¿Te ha pasado alguna vez que te sientas en el sofá a descansar, sin hacer nada, y al poco rato sientes una incomodidad interna? Quizás una vocecita empieza a decirte que estás perdiendo el tiempo, que deberías estar haciendo algo “útil”. Y entonces aparece la culpa: por no ser suficientemente productivo/a, por no estar aprovechando el tiempo, por simplemente parar.
Este tipo de malestar es mucho más común de lo que parece. Y no es solo una cuestión de personalidad o de falta de organización. Es un fenómeno profundamente arraigado en cómo entendemos el valor personal, el éxito y el descanso. En consulta, muchas personas que acuden a terapia en Granada nos cuentan que, incluso en sus ratos libres, les cuesta desconectar. No porque no lo deseen, sino porque el descanso ha sido asociado a la pereza, la vagancia o la inutilidad.
Pero… ¿de dónde viene esta culpa por descansar? ¿Por qué nos cuesta tanto parar sin sentir ansiedad o malestar? ¿Y cómo podemos aprender a descansar de verdad, sin sentir que estamos haciendo algo mal?
Vivimos en una cultura que glorifica la productividad
Nuestra sociedad ha desarrollado una relación distorsionada con el tiempo y el rendimiento. Desde edades muy tempranas, se nos inculca la idea de que nuestro valor está ligado a lo que hacemos, producimos o conseguimos. Mensajes como “hay que ganarse el descanso”, “el tiempo es oro” o “descansar es de vagos” se van instalando poco a poco, hasta convertirse en creencias invisibles que condicionan nuestras decisiones cotidianas.
Esto genera un ideal de persona que siempre está ocupada, que nunca para, que rinde al máximo en todos los ámbitos: trabajo, estudios, familia, vida social. Y cuando no se alcanza ese ideal, aparece la culpa. Como si descansar fuera una traición a ese modelo de éxito que hemos interiorizado.
Esta forma de funcionar genera un estado de hiperactivación constante, que no solo agota el cuerpo, sino también la mente. El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, en su obra La sociedad del cansancio, reflexiona precisamente sobre esta dinámica. Según Han, hemos pasado de una sociedad disciplinaria —donde el control venía impuesto desde fuera— a una sociedad del rendimiento, donde nos autoexigimos de forma constante. Ya no necesitamos un jefe que nos vigile: ahora somos nosotros mismos quienes nos presionamos sin descanso.
En esta sociedad del “sí puedo”, del emprendimiento constante y la autooptimización, el descanso se ve como una amenaza al ideal de eficiencia. Como resultado, proliferan fenómenos como la ansiedad, el agotamiento crónico, los trastornos del sueño y una culpa sutil pero persistente por no estar haciendo siempre algo.
Han describe este fenómeno como un tipo de violencia silenciosa: no visible, pero profundamente desgastante. Esta perspectiva filosófica resuena profundamente con lo que vemos en consulta: muchas personas llegan a este espacio con síntomas de ansiedad, estrés, irritabilidad y fatiga crónica, sin darse cuenta de que en el fondo hay una incapacidad para parar sin sentirse mal.
¿Qué pasa cuando descansar nos genera ansiedad?
Descansar no es simplemente no hacer nada. Implica permitirnos desconectar, soltar el control, liberar tensiones y darle a nuestro cuerpo y mente el espacio que necesitan para regenerarse. Pero si al parar aparece la culpa, entonces el descanso deja de ser reparador. En lugar de relajarnos, entramos en una especie de “descanso en falso”: estamos sentados/as, pero tensos; de vacaciones, pero revisando correos; tumbados/as, pero con la mente en modo lista de tareas.
Esta dinámica produce una gran ansiedad, y a menudo también una sensación de fracaso personal. ¿Por qué no puedo disfrutar de mi tiempo libre como los demás? ¿Por qué me siento mal cuando me cuido? Con el tiempo, esto puede erosionar profundamente la autoestima, ya que empezamos a asociar nuestro valor con un rendimiento constante e ininterrumpido.
¿Cómo afecta esta culpa a nivel psicológico?
Desde la psicología, entendemos la culpa como una emoción que surge cuando percibimos que estamos incumpliendo una norma o expectativa interna. En algunos casos, puede ser adaptativa: por ejemplo, cuando nos sentimos culpables por haber herido a alguien, y eso nos lleva a reparar. Pero la culpa por descansar suele ser desproporcionada, automática e injusta. Se basa en creencias rígidas y distorsionadas como:
- “Solo si hago cosas, valgo algo.”
- “Descansar es perder el tiempo.”
- “Siempre hay algo más que debería estar haciendo.”
Estas ideas no solo afectan a la mente: también impactan en el cuerpo. El sistema nervioso se mantiene en alerta constante, como si parar fuera una amenaza. Esto puede generar síntomas como:
- Dificultad para relajarse, incluso en momentos tranquilos.
- Problemas de sueño o insomnio.
- Cansancio físico sin causa aparente.
- Pensamientos intrusivos sobre tareas pendientes.
- Sensación de estar siempre “a medio camino” de algo.
En el contexto terapéutico, muchas personas expresan este malestar como una combinación de ansiedad, culpa constante y autoexigencia elevada. A menudo, detrás de todo ello, hay una autoestima frágil que se sostiene únicamente en el hacer.
Cómo trabajamos la culpa por descansar en terapia
La buena noticia es que esta forma de funcionar se puede cambiar. En terapia psicológica, trabajamos para ayudar a las personas a:
- Identificar las creencias que sostienen la culpa.
Muchas veces repetimos frases e ideas heredadas de nuestra familia, cultura o entorno, sin cuestionarlas. En consulta, exploramos el origen de estas creencias y su impacto emocional. - Diferenciar la productividad del valor personal.
Tu valor no está en lo que haces, sino en quién eres. Aprender a valorarte también en el descanso es un trabajo profundo que fortalece la autoestima y permite vivir con más libertad. - Reconectar con el cuerpo y el momento presente.
A través de técnicas de atención plena, respiración y escucha corporal, aprendemos a parar de forma genuina, sin ruido mental ni juicios. - Practicar la autocompasión.
Una parte importante del proceso terapéutico es aprender a hablarnos con más amabilidad. No necesitas estar agotado/a para darte permiso para descansar. Puedes parar simplemente porque lo necesitas. Y eso no te hace menos valioso/a.
Estrategias para empezar a descansar sin culpa
Mientras avanzas en este trabajo personal o terapéutico, puedes empezar a practicar algunos cambios concretos:
1. Cuestiona tus ideas sobre el descanso
Hazte preguntas como:
- ¿Realmente tengo que estar haciendo cosas todo el tiempo?
- ¿A quién quiero demostrarle que soy productivo/a?
- ¿Qué me diría alguien que me quiere si me viera agotado/a?
2. Redefine la productividad
Productividad no es solo trabajar. También es parar, cuidarte, respirar, estar contigo. El descanso no es tiempo perdido: es inversión en tu salud mental y física.
3. Empieza por microdescansos
Puedes entrenarte en el descanso a través de pequeñas pausas diarias:
- Estírate 5 minutos.
- Da un paseo sin móvil.
- Tómate un té mirando por la ventana.
Estos gestos sencillos enseñan a tu mente y tu cuerpo que parar no es peligroso.
4. Haz espacio para el aburrimiento
Vivimos en una cultura que teme al silencio y al vacío. Pero el aburrimiento es un estado natural y necesario para el cerebro. Dejar espacios “en blanco” favorece la creatividad, el descanso y el bienestar emocional.
Descansar es un acto de autocuidado
Aprender a descansar sin sentir culpa no es algo que se consigue de un día para otro. Es un proceso de reconexión contigo, de revisión de creencias, de práctica y de paciencia. Y si sientes que no puedes hacerlo solo/a, pedir ayuda no es un fracaso: es un paso valiente hacia tu bienestar.
En Aguice Psicología, ofrecemos terapia en Granada para ayudarte a trabajar la culpa, la ansiedad y los bloqueos que afectan tu capacidad de descansar, disfrutar y cuidarte. Porque tu salud mental también se construye en los momentos de pausa. Porque tú también mereces parar sin sentir que estás fallando.
¿Te gustaría empezar a vivir el descanso de otra forma?
Contáctanos y da el primer paso hacia una relación más sana contigo y con tu tiempo.
Estamos aquí para acompañarte.
📚 Bibliografía recomendada
1. Byung-Chul Han y la crítica a la hiperproductividad
- Han, B.-C. (2012). La sociedad del cansancio. Herder Editorial.
En este ensayo, Han analiza cómo la sociedad actual promueve la autoexplotación y la hiperactividad, lo que conduce a trastornos como la depresión y el agotamiento. Cadena SER - Han, B.-C. (2014). Psicopolítica: Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder Editorial.
Analiza cómo el neoliberalismo utiliza técnicas de poder que promueven la autoexplotación y afectan la libertad individual.
2. Culpa, ansiedad y autoestima desde la psicología
- Tangney, J. P., Stuewig, J., & Mashek, D. J. (2007). Moral emotions and moral behavior. Annual Review of Psychology, 58, 345–372.
Este estudio distingue entre la culpa adaptativa y desadaptativa, y cómo estas emociones influyen en el comportamiento moral. SCIRP - McEwen, B. S. (2006). Protective and damaging effects of stress mediators: central role of the brain. Dialogues in Clinical Neuroscience, 8(4), 367–381.
Explora cómo el estrés crónico afecta la salud mental y física, y la importancia de mecanismos de adaptación.