Atracones emocionales: causas, gestión y terapia eficaz

Los atracones de comida no son solo “comer mucho”. Son episodios marcados por una ingesta emocional impulsiva, una sensación de pérdida de control, un gran malestar psicológico y, a menudo, una intensa culpa posterior. Lejos de ser un problema de fuerza de voluntad, los atracones emocionales están profundamente vinculados con nuestra gestión emocional y con la forma en que afrontamos el malestar interno.

Cada vez entendemos mejor los mecanismos psicológicos y neurobiológicos que hay detrás. Y aunque el trastorno por atracón es uno de los problemas de salud mental más frecuentes en el ámbito de la conducta alimentaria, muchas veces pasa desapercibido o se malinterpreta. Comprender qué lo desencadena, cómo se mantiene y qué herramientas pueden ayudar a romper el ciclo es clave para intervenir de manera efectiva y, sobre todo, compasiva.

¿Qué es un atracón?

Según el DSM-5 (APA, 2013), un atracón implica:

  • Comer, en un periodo determinado (por ejemplo, en menos de dos horas), una cantidad de comida claramente superior a lo que consumiría la mayoría de personas en circunstancias similares.
  • Sentir una clara pérdida de control durante el episodio, como si no se pudiera parar, incluso queriéndolo hacer.

El trastorno por atracón es el trastorno de la conducta alimentaria más prevalente, incluso más que la anorexia o la bulimia. Se estima que afecta a alrededor del 1.9% de la población general, aunque este número puede ser mayor en contextos clínicos o en personas con sobrepeso u obesidad (Kessler et al., 2013). A diferencia de otros TCA, el trastorno por atracón afecta tanto a mujeres como a hombres. Sin embargo, muchos hombres no buscan ayuda, ya sea por vergüenza o por no identificar lo que les ocurre como un problema emocional.

Características de los atracones emocionales

Los atracones emocionales tienen algunas características comunes que los diferencian de una simple comida abundante:

  • Comer muy rápidamente, como con ansiedad o urgencia.
  • Ingerir comida en ausencia de hambre física real.
  • Comer hasta sentirse incómodamente llena.
  • Hacerlo en secreto, por vergüenza de que alguien vea cuánto se está comiendo.
  • Sentir malestar emocional posterior: culpa, tristeza, vergüenza o autocrítica intensa.

Muchas personas describen el episodio como algo automático, casi como si lo observaran desde fuera, con la sensación de que “no puedo parar aunque lo vea”. Esta desconexión con el momento presente es uno de los aspectos más difíciles de manejar y un motivo común por el que se busca ayuda profesional.

Atracones emocionales: terapia eficaz en Granada

¿Por qué se producen los atracones emocionales?

Los atracones no aparecen de la nada. Suelen tener una función en la vida emocional de quien los experimenta. Las investigaciones han identificado dos grandes factores que contribuyen a su aparición:

1. Ingesta emocional como forma de afrontar emociones difíciles

Uno de los factores más relevantes es la dificultad para manejar estados emocionales intensos. Cuando no contamos con estrategias adecuadas de gestión emocional, es común recurrir a la comida como vía rápida para calmar emociones como la tristeza, la ansiedad, el enfado, el aburrimiento o la soledad.

Este patrón, conocido como alimentación emocional o ingesta emocional, suele aprenderse desde edades tempranas, especialmente si el entorno no favorece el desarrollo de recursos para identificar, nombrar y regular lo que sentimos. Como señala Whiteside et al. (2007), la mayoría de personas con trastorno por atracón reportan que los episodios ocurren como respuesta a emociones negativas.

Desde esta perspectiva, el atracón no es el verdadero problema, sino un síntoma de un sistema de autorregulación emocional deteriorado. Por eso, el trabajo no pasa solo por controlar la comida, sino por acompañar las emociones que la disparan.

2. Restricción dietética previa

Otra causa habitual, aunque paradójica, es la restricción alimentaria. Las dietas muy rígidas o restrictivas pueden favorecer la aparición de atracones. Este fenómeno se conoce como el modelo de restricción-atracón: cuanto más nos privamos, más aumenta el deseo por aquello prohibido. Y cuando finalmente se rompe la norma autoimpuesta (“no puedo comer pan”, “si ceno ya no puedo merendar”), aparece el atracón, seguido de culpa y malestar.

La evidencia científica (Polivy & Herman, 2002) muestra que la restricción calórica, incluso en población no clínica, incrementa la probabilidad de episodios de descontrol alimentario. Lejos de ayudar, las dietas estrictas pueden perpetuar una relación caótica con la comida.

¿Qué hacer después de un atracón?

Si has tenido un atracón recientemente, es importante recordar que no estás sola, y que no estás rota. Estás atravesando un proceso. Ese episodio no define tu valor ni borra tu progreso. Aquí tienes algunas ideas que pueden ayudarte a corto plazo:

1. No intentes compensar

Evita conductas como saltarte comidas o hacer ejercicio excesivo para “quemar” lo ingerido. Esto solo refuerza el ciclo atracón-restricción. El primer paso hacia una relación más sana con la comida es volver a un patrón de alimentación regular, suficiente y sin castigo.

2. Pregúntate qué emoción había detrás

¿Qué sentías antes del atracón? ¿Había algo que te removía emocionalmente? ¿Una discusión, una sensación de vacío, un día agotador? Hacerte estas preguntas no es para juzgarte, sino para conocerte mejor. Si el atracón ha sido una respuesta emocional, ¿qué emoción estaba intentando regular?

3. Sé amable contigo

La autocompasión es clave. No te ayudará culparte o machacarte por lo ocurrido. Decirte algo como: “Estoy atravesando algo difícil y hoy no supe cómo manejarlo. Pero sigo en ello” puede marcar la diferencia. Kelly & Carter (2015) encontraron que las personas que practican la autocompasión tras un atracón recuperan antes el equilibrio emocional que quienes responden con juicio y dureza.

4. Vuelve al cuerpo desde el cuidado

Es probable que sientas malestar físico: hinchazón, pesadez, incomodidad. En lugar de castigar al cuerpo, cuídalo. Una ducha templada, ropa cómoda, una siesta, un paseo suave. Cualquier gesto amable que te ayude a reconectar contigo.

5. No lo vivas en soledad

Hablar del episodio, ya sea con alguien de confianza o en terapia para la gestión emocional, puede ayudarte a aliviar el peso emocional. Callarlo solo lo agrava. El acompañamiento terapéutico permite observar los atracones desde otra perspectiva, con menos juicio y más comprensión.

¿Cómo se rompe el ciclo de los atracones emocionales?

Superar los atracones emocionales no consiste en prohibirte ciertos alimentos ni en buscar más control, sino en construir una nueva forma de relacionarte contigo, con tu historia y con tus emociones. Requiere trabajar tanto la dimensión nutricional como la emocional y relacional del problema.

La terapia para la gestión emocional puede ayudarte a:

  • Identificar las emociones que disparan la ingesta emocional.
  • Aprender nuevas estrategias de regulación emocional.
  • Sanar la relación con la comida desde la conexión, no desde el control.
  • Reforzar la autoestima y cultivar una mirada más amable hacia tu cuerpo.
Atracones emocionales: terapia eficaz en Granada

Conclusión

Un atracón no borra tu progreso ni determina quién eres. Es una señal de que algo necesita ser atendido dentro de ti. Y aunque el camino hacia una relación más tranquila con la comida no es fácil, sí es posible.

Si has identificado que la comida se ha convertido en un refugio emocional, dar el paso hacia una mayor comprensión y cuidado puede ser el inicio de un cambio profundo. No tienes que hacerlo sola.

En Aguice Psicología, podemos acompañarte en este proceso, desde una mirada profesional, cercana y sin juicio. Porque mereces vivir con menos culpa y más calma. Y porque tu bienestar emocional también se refleja en tu relación con la comida.

🔹 Bibliografía

  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5). 5ª ed. Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
  • Kessler, R. C., et al. (2013). The prevalence and correlates of binge eating disorder in the World Health Organization World Mental Health Surveys. Biological Psychiatry, 73(9), 904–914.
  • Polivy, J., & Herman, C. P. (2002). If at first you don’t succeed: False hopes of self-change. American Psychologist, 57(9), 677–689.
  • Whiteside, U., Chen, E., Neighbors, C., Hunter, D., Lo, T., & Larimer, M. (2007). Difficulties regulating emotions: Do binge eaters have fewer strategies to modulate and tolerate negative affect? Eating Behaviors, 8(2), 162–169.
  • Kelly, A. C., & Carter, J. C. (2015). Self-compassion training for binge eating disorder: A pilot randomized controlled trial. Psychology and Psychotherapy: Theory, Research and Practice, 88(3), 285–303.

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